La vida uterina constituye una etapa crucial en la que asimilamos una cantidad ingente de información que se graba en nuestra primera memoria emocional como creencias que después permanecen vigentes e intactas tal como fueron sentidas y vividas entonces. En nuestra primera memoria emocional queda registrado todo lo que ocurre en torno a la concepción, el embarazo, el parto y las circunstancias de la vida de los padres, que nos trasmiten sus experiencias, sus creencias y sus expectativas, convirtiéndonos en destinatarios de los proyectos que han previsto para nosotros.
En el útero, el hijo está supeditado a la madre por la conexión celular y emocional existente entre ambos. Todo lo que ella viva dejará una impronta emocional en él. El hijo se construye a partir del referente principal que es la madre, sobre todo a partir de la emotividad y la información que ella le transmite.